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Un Tiempo Para Cultivar la Espiritualidad

Cada mañana oramos ante Dios y Buda por el bienestar del mundo y para que nos brinde mucha fuerza y sabiduría; para comenzar el día llegando a familias, mostrando mucho amor y compasión. Foto por Brigitte García  

Por Brigitte García

Publicación #10

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En estos meses de voluntariado ante una emergencia sanitaria por SARS CoV-2, la describo como una experiencia satisfactoria inolvidable, una experiencia que me ha formado y fortalecido mi corazón. Empezando desde la oración, cada día al orar por los demás, para mí, es maravilloso. No sólo nos une a todos como hermanos, este acto también nos invita a olvidarnos de nuestras propias necesidades y pensar en las situaciones y necesidades de los demás, para comenzar a actuar. Y a su vez, las enseñanzas de la Gran Maestra son un complemento que me está ayudando mucho a meditar y a llenar de muchas ganas para continuar con la labor Tzu Chi, brindando amor a los demás.

La pandemia está afectando no solo a los contagiados por COVID-19, sino también a la economía de las familias, y por esta razón muchas están padeciendo hambre. En la distribución de alimentos a familias necesitadas, caminamos mucho, recorrimos comunidades lejanas, cruzamos pequeños ríos en una comunidad, en otras saltamos pequeñas rocas, y el cansancio físico no hacía decaer. ¡Casi no lo sentía! Pasaba muy recargada, con muchas ganas de seguir, y estaba muy segura que no podía decaer porque estaba feliz, muy feliz de servir. Esa felicidad alimentaba mi corazón, alimentaba mi bondad.

No olvidaré que al ir de puerta en puerta, entramos en contacto con situaciones de desesperación, hambre y tristeza. Nos tocó presenciar realidades tristes, personas desempleadas sin tener efectivo para comprar los alimentos; familias numerosas realizando una comida al día. Esto me recuerda que todos estamos en el mismo mar; sin embargo navegamos en barcos diferentes, unos más vulnerables, otros más frágiles y quizás algunos ni siquiera tienen un barco. Pero pude notar a familias que al ver a Tzu Chi, parados fuera de sus casas, tocando puertas, se les transformaron las emociones: como cambió la angustia en alegría, la tristeza en esperanza y gratitud. La comunidad identifica a Tzu Chi como muestra de amor verdadero, por lo que estoy agradecida con la Gran Maestra por transmitir sus enseñanzas. Muchas veces no sabemos cómo dirigirnos o como llegar a una persona necesitada, pero al estudiar sus enseñanzas, se sabe qué hacer, cómo actuar y poner en práctica, generando una gran acción que aporta bienestar a los demás y bienestar a mi corazón.

En estos meses de pandemia he podido crecer, hacer que mi corazón sea mucho más bondadoso y que se fortalezca, al estar en contacto con la comunidad, poder palpar desde muy cerca tristezas, miedo y necesidades. He aprendido que siempre hay que dar todo de uno para beneficio de los demás, vivimos para servir, no podemos estar alegres y tranquilos en nuestra vida cotidiana, mientras que hay otros tristes padeciendo hambre. Considero este tiempo, como una gran experiencia de aprendizaje para no olvidar. A pesar de sentir miedo de ser contagiada por COVID-19, ver reflejada alegría y esperanza en cada familia visitada hacen perder mis miedos y centrarme en continuar con la misión de la Gran Maestra, me recarga de energía y me recuerda que siempre hay personas que nos necesitan.

Acepta con un corazón alegre las dificultades que trae tu karma, causadas por acciones del pasado. Así minimizas el castigo de un mal karma.

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