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Estimados hermanos y hermanas de Tzu Chi y del mundo entero:
Soy voluntaria de Tzu Chi Honduras y miembro de TIMA Honduras. He formado parte de esta familia, quien me ha enseñado a amar y servir por más de 5 años; agradezco a la Maestra Cheng Yen por su amor y sabiduría, quien nos muestra que la verdadera felicidad se mide por lo que damos y no lo que recibimos.
El Covid-19 en mi país ha traído esa oportunidad nuevamente: la oportunidad de AMAR. Como médica, he tenido la experiencia de ver a muchas personas llegar a mí en condiciones sumamente serias y vulnerables y poner sus vidas en mis manos. Luchamos juntos con el deseo de sobrevivir esta batalla y no solo les brindo medicina, también brindo un rescate para el alma, repleto de cariño y afecto, brindo esperanza.
Recuerdo a menudo lo que la Maestra nos ha enseñado sobre el amor y lo reconfortante y lleno que se siente el alma al poder demostrarlo.
Soy el hermano que no puede estar al lado de tu cama,
soy la madre que da un abrazo lleno de amor y sinceridad,
soy el amigo que les hace reír en medio de su angustia,
soy la esposa que dice ‘no te preocupes, todo saldrá bien’.
Trato de ser todos ellos, porque nadie tiene que sentirse solo en la angustia de sobrevivir a una enfermedad.
Agradezco a la vida por haberme dado este honor,
agradezco ser quien sirva,
agradezco ser quien apoye y sane cuerpos y almas,
agradezco a la Fundación Tzu Chi y a todos los hermanos y hermanas que brindan amor y compasión por todo el mundo.
Sigamos adelante, sigamos siendo esa luz y esa cura para el alma, el amor siempre será la mejor medicina.
Les amo y deseo de todo corazón que las oportunidades de amar en sus vidas nunca se acaben.
Sinceramente,
Dra. Karla Perdomo