En mi comunidad, mi papel es como un guía espiritual; guío a un grupo de personas con la misma mentalidad: el de querer ayudar a conseguir asistencia para el municipio. La forma en que nos orientamos en nuestro municipio es haciendo ceremonias muy sagradas en las montañas, los cerros, ríos, nacimientos de agua, en las cuevas, y también durante los solsticios y equinoccios para armonizar y conmemorar las energías de la naturaleza y la conexión con la humanidad. Soy una de las personas que ha seguido las normas y disciplinas dentro de mi cultura, soy descendiente de mis abuelos quienes han seguido su espiritualidad de generación en generación. Manejo el calendario maya que me han transmitido mis antepasados y hablo el lenguaje kaqchikel, que es descendiente del linaje maya.

Conocí a la Fundación Tzu Chi en 2015 a través de una búsqueda de ayuda humanitaria para estudiantes de escasos recursos. Contacté a la señora Ko. Durante la entrega de útiles escolares y en un acto de protocolo, ellos colocaron el cuadro de la foto de la Maestra Cheng Yen que provocó muchas preguntas por mi parte. Empecé a investigar quién era esta Maestra y encontré muchas respuestas que me llenaron de mucha alegría. Siempre he buscado a alguien como la Maestra y su sabiduría y siempre he soñado con que alguien vendría a guiarme para poder ser un intermediario y conseguir ayuda humanitaria para mi querido municipio.

Me llama mucho el amor de la Maestra Cheng Yen ya que Ella lucha por la gente más necesitada y veo que su espíritu está guiado por Buda. Reconozco esta gran sabiduría que transmite en cada uno de sus voluntarios. En mi cultura reconozco el trabajo que Ella hace porque toda persona sabia está más cerca del creador. Ella maneja la esencia de su espíritu, la luz de la verdad. Creo y tengo mucha fe en Buda porque todos manejamos nuestro buda interno. De todas las cosas buenas que hacemos a través de la Fundación Tzu Chi en Guatemala he aprendido cosas muy espirituales de la naturaleza y al mismo tiempo a respetar. Algún día quisiera conocer a la Maestra, aunque en mis oraciones y plegarias está siempre a mi lado porque creo que la Maestra viaja en su estado astral. Tengo fotos de la Maestra en mi oficina porque Ella me está ayudando al nivel spiritual.

En nombre del amor del gran creador sembrado en nosotros mismos, agradezco a la Gran Maestra Cheng Yen y a todos los Bodhisattvas de la Fundación Tzu Chi, por la gran labor en nuestro municipio, ayudándonos en tiempos difíciles ante la pandemia del COVID-19; nuestro municipio, que se encuentra en un 75 % de escasos recursos, es de la etnia maya kaqchikel. La fundación contribuyó con 596 bolsas de víveres ante la pandemia COVID-19.

Lo que nos inspira saber de la Maestra Cheng Yen es la sencillez y la humildad con que hace sus servicios hacia la humanidad, dando a conocer el respeto hacia la vida de nuestros hermanos animales. Estamos de acuerdo con ese pensamiento y también estamos de acuerdo con no comer carnes y ser vegetarianos. En nuestra etnia, consumimos muchas legumbres y a través de éstas, combatimos cualquier enfermedad. Hemos seguido estos consejos durante muchas décadas ya que las legumbres fueron el legado de nuestros antepasados. Nos agrada mucho saber que la Maestra Cheng Yen nos ilumina el sendero para poder seguir estos buenos ejemplos. Y creemos en Buda, el cual todos cargamos en nuestro ser, en nuestros sentimientos y en nuestras buenas obras para poder alimentar nuestro capital espiritual, nuestra sabiduría, nuestro amor hacia la humanidad.

Queremos decir a la humanidad mundial: “sigamos la sabiduría de nuestra Gran Maestra. Ella es la luz del camino de la humanidad, porque de la manera en que destruimos a la madre Tierra nos estamos destruyendo a nosotros mismos”.

¡Matiox!, que significa gracias en mi idioma.