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Eliminar el mal, aumentar la bondad y formar buenas relaciones

Traducido al español por Maria Pacheco

Publicación #24

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"Los practicantes del Bodhisattva son compasivos. Siempre buscan ayudar a todos los seres. Por eso, sin importar las circunstancias, nunca tienen miedo. Al tratar a los demás con amor y bondad, nunca ofenden y siempre forman buenas relaciones".

Cada día, al observar lo que sucede en el mundo, veo noticias sobre el cambio climático y los conflictos internacionales. No solo veo tristeza y sufrimiento, también veo crisis. Sin embargo, también veo el lado positivo, por ejemplo, cómo los voluntarios de Tzu Chi están trabajando y ayudando en varios países. Desde Tzu Chi, nos reunimos, conectamos y colaboramos con organizaciones no gubernamentales internacionales. Ya sea cuando ocurre un incendio, una inundación o un terremoto, vamos a donde se necesita ayuda. Al ver las imágenes y videos de las áreas afectadas, se nota que las personas allí realmente están sufriendo. Me rompe el corazón. También pienso en lo afortunados que somos al vivir en un entorno limpio, iluminado y ordenado.

Muchos de nosotros tenemos aire acondicionado en verano y calefacción en invierno. Vivimos sin preocupaciones, sin falta de ropa o comida. Nuestras casas están limpias y podemos movernos sin dificultad y por esto deberíamos ser muy agradecidos. Estas son bendiciones que no debemos dar por hecho. En el pasado, cultivamos semillas de paz, amor y bienestar, y por eso hoy disfrutamos de los frutos de ese karma positivo. Si estamos contentos con lo que tenemos, siempre tendremos suficiente. Vivimos en paz, y las bendiciones vendrán sin que las busquemos. Si no estamos contentos, nunca tendremos suficiente. Aunque ya estemos bendecidos, debemos seguir teniendo menos deseos, estar contentos, contribuir más y así crear más bendiciones.

En la época del Buda, su tierra natal era muy pobre. Al salir de las puertas de la ciudad, vio el sufrimiento de la gente común: el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte. Reflexionó sobre cómo podría aliviar ese sufrimiento. La fuerza de una sola persona es limitada. Por eso, dejó el palacio para buscar un camino eterno que ayudara a todos los seres, liberándolos de la ignorancia y las aflicciones.

Retribuir a la tierra natal del Buda es mi deseo de toda la vida. Mis discípulos en Singapur y Malasia entienden mi deseo y han asumido esta misión en mi nombre. Muchos dejaron sus trabajos y se quedaron por largo tiempo en Nepal e India. Para llevar a cabo las misiones de caridad, medicina y educación, necesitan personas, y para comenzar estos proyectos desde cero, deben crear una sólida conexión con las comunidades locales.

Vivían cómodamente en sus países, pero cuando fueron a la tierra natal del Buda, tuvieron que adaptarse y soportar el calor y el frío. Necesitaron gran valentía. Allí, vieron mucho e hicieron mucho. Verdaderamente practicaron las enseñanzas de los sutras. El Buda vino al mundo para enseñar el Camino del Bodhisattva. Estos voluntarios de Tzu Chi ya habían difundido las enseñanzas del Buda en sus países antes de viajar a la tierra del Buda. No solo lograron cosas tangibles, sino que con sus acciones también enseñaron la educación intangible, mostrando a todos cómo hacer buenas obras.

Ver la sinceridad y el compromiso de los voluntarios de Tzu Chi me hace sentir que he cumplido en esta vida. Todos compartimos la misma misión y caminamos por el mismo Camino del Bodhisattva. Este camino es largo. Los que van delante abren el camino y nos guían, y los que seguimos detrás debemos avanzar con diligencia, paso a paso. Generación tras generación, nuestros pasos no deben desviarse mientras avanzamos más y más por este camino, y cada paso debe ser firme y estable.

El aprendizaje no tiene fin, siempre hay más por aprender. Si nuestro aprendizaje es superficial, nunca entenderemos a fondo. La vida es impermanente, y el tiempo es limitado. Aprendemos para lograr el despertar, y lo hacemos a través del Dharma del Buda. Desde el aprendizaje hasta el despertar, debemos caminar por el Camino del Bodhisattva y continuar aprendiendo con el corazón inocente de un niño. No es simplemente conocer el camino, debemos buscar aprenderlo y presenciarlo realmente. Sólo así podremos guiar a otros a caminar por este gran sendero. 

Al hacer un balance de nuestras vidas, podemos notar que siempre estamos ocupados. Sin embargo, ¿cuánto logramos realmente? Podemos sentirnos frustrados y solo esperar que llegue mañana. Al practicar la cultivación espiritual en este mundo, si logramos una vida simple, eso sería satisfactorio. Pero nos preguntamos si es posible, ya que siempre nos preocupamos por muchas cosas todos los días.

Cada día, 86,400 segundos pasan, pero en realidad no tenemos tanto tiempo. Aprovechar el momento presente es lo más práctico que podemos hacer. Después de que cada segundo pase, no deberíamos tener arrepentimientos. Así, nuestra conciencia estará tranquila. Por eso, a menudo me recuerdo a mí misma que debo estar alerta, porque “cada día que pasa, nos acercamos a la muerte”.

El Buda enseña a las personas a “abstenerse de todo mal y hacer todo lo bueno”. Estas son las dos claves de nuestra práctica espiritual. Por un lado, debemos mejorarnos a nosotros mismos, y por otro, debemos evitar crear karma negativo por ignorancia.

A muchos les resulta difícil dejar atrás los conflictos con otras personas. Siempre recordamos cómo alguien nos ha lastimado, y queremos ajustar cuentas. Pero rara vez recordamos cómo hemos lastimado a otros o cómo podemos compensarlo. El sentimiento de que los demás nos deben sigue acumulándose. No solo las causas y condiciones negativas del pasado siguen sin resolverse, sino que añadimos nuevos pensamientos negativos. La ignorancia crece en nuestras mentes, y los obstáculos kármicos continúan aumentando.

Eliminemos el mal, aumentemos la bondad y eliminemos nuestros obstáculos kármicos. No nos quedemos atrapados en los errores del pasado; trabajemos en hacer el bien y beneficiar a los demás. Aprovechemos el tiempo y mantengámonos ocupados para olvidar los rencores. Tratemos nuestras interacciones con los demás como una oportunidad de práctica espiritual. Dejar una impresión positiva en los demás es nuestra práctica espiritual con ellos, y con eso, hemos formado buenas afinidades. Cuando nos cultivamos a través de nuestras interacciones con los demás, mostramos respeto y amor mutuos, y formamos afinidades positivas, ayudamos a fomentar la armonía y la alegría en este mundo.

En esta vida, cultivemos buenas semillas y ayudemos a que maduren. Acompañemos y cuidemos a quienes tienen afinidad con nosotros, y llevemos estas semillas virtuosas a vidas futuras. Aprovechemos el tiempo, hagamos buen uso de este mundo y estemos firmes en cada espacio. Por favor, siempre sean conscientes.

Compilado de las enseñanzas de la Maestra Cheng Yen del 1 al 17 de junio de 2024.

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