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Escrito por Ida Eva Zielinska | Traducido por Andrea García

Publicación #10

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 Los voluntarios de Tzu Chi mantienen una distancia social segura mientras dan la bienvenida a los beneficiarios en el reparto de comestibles del día de las Madres en Walnut, CA. Foto / Tzu Chi EE.UU

Chapter 1 - Marking a Milestone
30 Years of Hope & Healing With Tzu Chi USA

Todo comenzó a fines de 2019, cuando se estaba gestando una tormenta mortal, que pronto envolvería al mundo entero. Se escuchó el primer estruendo el 31 de diciembre, cuando la Comisión de Salud Municipal de Wuhan informó sobre un grupo de casos de neumonía en Wuhan, provincia de Hubei, China. Poco después, se identificó el síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2 (SARS-CoV-2), una nueva forma de coronavirus.

El SARS-CoV-2 es uno de los siete tipos de coronavirus que se conocen hoy en día. Algunos de estos virus, con forma de corona, han causado enfermedades graves como el síndrome respiratorio agudo repentino (SARS) y el síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS). La infección por otros provoca la mayoría de los resfriados que, para las personas generalmente sanas, no son una amenaza preocupante. Sin embargo, el SARS-CoV-2 puede causar una infección peligrosa del tracto respiratorio cuyas complicaciones son potencialmente mortales.

Solo dos semanas después de que el SARS-CoV-2 llamara la atención mundial, el brote se había extendido más allá de su país de origen; con un primer caso registrado fuera de China confirmado el 13 de enero en Tailandia. Para el 30 de enero, con casos ahora en 18 países además de China, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que el brote nuevo de coronavirus (2019-nCoV) era una emergencia de salud pública de preocupación internacional.

La enfermedad causada por el virus se denominó COVID-19 el 11 de febrero; seguía apareciendo en diferentes países, enfermando a más y más personas, revelando una velocidad alarmante de propagación y nivel de gravedad. Finalmente, el 11 de marzo, la OMS declaró oficialmente que COVID-19 era una pandemia, señalando que el número de casos fuera de China aumentó 13 veces en dos semanas, el número de países afectados se triplicó.

Un mundo transformado

El día en que se declaró el brote de COVID-19 como una pandemia, había 118.000 casos confirmados en 114 países, 4.291 personas muertas y miles más estaban en hospitales, luchando por sus vidas. La OMS llamó a las naciones a tomar medidas preventivas urgentes y agresivas, lo que comenzaron a hacer en todo el mundo. Aún así, solo un mes después, el 11 de abril, hubo más de 1.7 millones de casos de COVID-19 a nivel mundial, con un marcado aumento de la pendiente de la curva.

País tras país, los gobiernos impusieron cierres de emergencia de diversos grados, ordenando a las personas que se quedaran en casa, cerrando negocios no esenciales, prohibiendo reuniones, exigiendo distanciamiento social y el uso de cubrebocas cuando están en público o al aire libre, etc. En cuestión de días, la vida diaria de miles de millones de personas en todo el mundo sería irreconocible.

Una calle desierta en Wuhan, China, después del cierre que comenzó el 23 de enero de 2020. Foto / Eric L

En la vanguardia de COVID-19

Las medidas de cierre han tenido un efecto drásticamente perjudicial en la economía mundial. Las personas luchan por sobrevivir ya que muchas han perdido sus empleos o fuentes de ingresos, no pueden pagar el alquiler o las hipotecas, y en algunos casos ni siquiera pueden pagar por las necesidades básicas. Más allá de las consecuencias financieras, la tensión emocional de vivir una pandemia también trae otras repercusiones. La mayoría de la gente está ansiosa y asustada, temiendo por su salud y el futuro.

Sin embargo, en la primera línea de la pandemia, donde los trabajadores de salud deben hacer frente a una avalancha de pacientes con COVID-19 que llenan los hospitales, se está desarrollando otra capa de tragedia. El 19 de mayo, el número total de víctimas por COVID-19 a nivel mundial fue de 323.285, con 91. 921 de los fallecidos en los Estados Unidos. Estas son estadísticas sombrías, detrás de las cuales está el sufrimiento de los que están de luto.

Los trabajadores de la salud que están haciendo todo lo posible para salvar vidas se encuentran entre los que sufren y sienten dolor mientras se enfrentan a tantas personas fallecidas durante un solo turno. En las salas de emergencia y las unidades de cuidados intensivos, los esfuerzos para salvar vidas ahora coexisten con una desgarradora regularidad para consolar a los moribundos, que no pueden estar con sus seres queridos en sus momentos finales debido a la gravedad del contagio.

Y, los pacientes siguen llegando: el 19 de mayo, hubo 4.897.492 casos confirmados de COVID-19 a nivel mundial, con 1.528.568 en los Estados Unidos. Además, hay otro factor grave en la primera línea de COVID-19 en los Estados Unidos: los trabajadores de la salud arriesgan sus propias vidas ya que hay una grave escasez de equipos de protección personal (PPE por sus siglas en inglés) en las instalaciones médicas de todo el país. Esta escasez se convirtió en el punto de entrada de ayuda por parte de Tzu Chi-EE.UU. durante esta crisis global.

Tzu Chi EE.UU. responde con ayuda directa

Los voluntarios de las nueve sucursales de Tzu Chi EE.UU. se han movilizado en respuesta a la alarmante falta de EPP y otros suministros médicos para trabajadores de salud y personal de primera respuesta en sus regiones. Están comprando tales bienes vitales para donar a una variedad de entidades; asegurándose también de distribuir los suministros de la manera más segura posible.

Usando cubrebocas y manteniendo una distancia social segura, los equipos de voluntarios de Tzu Chi empezaron a entregar personalmente el PPE esencial y otros suministros. Sus destinos específicos fueron hospitales y centros de salud, departamentos de policía y bomberos, oficinas del gobierno de la ciudad y del condado, centros de servicios para personas sin hogar y refugios, hogares de cuidado para ancianos e iglesias comunitarias.

Gracias a los esfuerzos de 3.956 turnos de voluntarios, para el 19 de mayo, las donaciones de Tzu Chi EE.UU. habían llegado a 984 instituciones en todo el país.

Crédito de la foto / Especialista en comunicación masivo de la Marina de los EE.UU. 2da clase Sara Eshleman
Los voluntarios de Tzu Chi Central donan máscaras quirúrgicas y botellas de desinfectante a la ciudad de Dickinson, Texas. Foto / Roger Lin

No somos los primeros en responder, pero somos los segundos, tratando de salvaguardar la vida [de las personas] que trabajan tan duro y arriesgan sus propias vidas: los médicos, las enfermeras y los profesionales de la salud.

Los trabajadores de la salud ahora son ampliamente considerados como “héroes de primera línea” en la lucha contra COVID-19. Para protegerlos en su servicio al público, desde el 19 de mayo, Tzu Chi EE.UU. ha donado 1.247.798 máscaras quirúrgicas, 64.212 pares de guantes, 72.361 máscaras N95, 19.132 gafas protectoras, 14.134 protectores faciales, 6.507 prenda de protección antivirales y 694 batas de aislamiento. También se proporcionaron suministros de desinfección, incluyendo 7.665 botellas de espray desinfectante, así como botellas de desinfectante para manos, alcohol isopropílico y toallas desinfectantes.

Voluntarios hacen máscaras a mano

Mientras se llevaban a cabo estas distribuciones, muchas ciudades y estados recomendaron que las personas se cubran la cara en espacios públicos, especialmente en situaciones en las que no era posible el distanciamiento social, o cuando de compras, ya que numerosas tiendas de comestibles y otros negocios esenciales comenzaron a requerir también.

Esta nueva demanda dio origen a una industria artesanal formada por los voluntarios de Tzu Chi que comenzaron a producir máscaras de tela hechas a mano para donar. De hecho, para el 19 de mayo, se habían distribuido un total de 7.751 máscaras dentro de las comunidades locales, así como a enfermeros/as en los hospitales y otras instalaciones de atención médica, y personal de primera respuesta en las estaciones de policía y bomberos, para que ellos lo utilicen cuando no están prestando servicio al público.

Algunos voluntarios del equipo de coser son personas de la tercera edad; otros son padres con sus hijos que se unen entusiasmadamente al esfuerzo; todos agradecidos por la oportunidad de ayudar a impedir la propagación de COVID-19.

Y, algunos han aportado ingenio al diseño de las máscaras de tela; como introducir un bolsillo interior en el que se puede insertar una máscara quirúrgica, mejorando así la protección ofrecida y prolongando la vida útil de la tela. Otra ventaja es que el diseño inhibe las reacciones alérgicas a los materiales de grado médico observadas después de un uso prolongado.

Caridad para combatir la inseguridad alimentaria

Dada la gravedad de la emergencia médica resultante de la rápida y extensa propagación de COVID-19, y su impacto en los trabajadores y organismos de salud, Tzu Chi EE.UU. consideró que la ayuda a este sector era una prioridad. Sin embargo, la asistencia para las poblaciones más vulnerables de nuestras comunidades, como las personas sin hogar, los ancianos o los indocumentados, nunca se queda atrás en la misión de caridad de Tzu Chi, que también es así durante este desastre global.

Sin demora, los voluntarios de Tzu Chi iniciaron las distribuciones de alimentos. Sin embargo, esta vez las bolsas de comestibles no fueron designadas solamente para aquellos considerados vulnerables o de bajos ingresos; Tzu Chi EE.UU. está distribuyendo en forma más amplia ya que la pandemia ha impactado críticamente a muchos que de otro modo no necesitan ayuda.

Chapter 1 - Marking a Milestone
30 Years of Hope & Healing With Tzu Chi USA

Tzu Chi volunteers enter the Caldor Fire area to assess the situation. Photo/Judy Liao
The day is hot and the air is hazardous, but Tzu Chi volunteers successfully complete the registration and distribution for Caldor Fire survivors so that everyone can receive their cash cards on the same day. Photo/Judy Liao

Un mundo transformado

El día en que se declaró el brote de COVID-19 como una pandemia, había 118.000 casos confirmados en 114 países, 4.291 personas muertas y miles más estaban en hospitales, luchando por sus vidas. La OMS llamó a las naciones a tomar medidas preventivas urgentes y agresivas, lo que comenzaron a hacer en todo el mundo. Aún así, solo un mes después, el 11 de abril, hubo más de 1.7 millones de casos de COVID-19 a nivel mundial, con un marcado aumento de la pendiente de la curva.

País tras país, los gobiernos impusieron cierres de emergencia de diversos grados, ordenando a las personas que se quedaran en casa, cerrando negocios no esenciales, prohibiendo reuniones, exigiendo distanciamiento social y el uso de cubrebocas cuando están en público o al aire libre, etc. En cuestión de días, la vida diaria de miles de millones de personas en todo el mundo sería irreconocible.

Una calle desierta en Wuhan, China, después del cierre que comenzó el 23 de enero de 2020. Foto / Eric L

En la vanguardia de COVID-19

Las medidas de cierre han tenido un efecto drásticamente perjudicial en la economía mundial. Las personas luchan por sobrevivir ya que muchas han perdido sus empleos o fuentes de ingresos, no pueden pagar el alquiler o las hipotecas, y en algunos casos ni siquiera pueden pagar por las necesidades básicas. Más allá de las consecuencias financieras, la tensión emocional de vivir una pandemia también trae otras repercusiones. La mayoría de la gente está ansiosa y asustada, temiendo por su salud y el futuro.

Sin embargo, en la primera línea de la pandemia, donde los trabajadores de salud deben hacer frente a una avalancha de pacientes con COVID-19 que llenan los hospitales, se está desarrollando otra capa de tragedia. El 19 de mayo, el número total de víctimas por COVID-19 a nivel mundial fue de 323.285, con 91. 921 de los fallecidos en los Estados Unidos. Estas son estadísticas sombrías, detrás de las cuales está el sufrimiento de los que están de luto.

Los trabajadores de la salud que están haciendo todo lo posible para salvar vidas se encuentran entre los que sufren y sienten dolor mientras se enfrentan a tantas personas fallecidas durante un solo turno. En las salas de emergencia y las unidades de cuidados intensivos, los esfuerzos para salvar vidas ahora coexisten con una desgarradora regularidad para consolar a los moribundos, que no pueden estar con sus seres queridos en sus momentos finales debido a la gravedad del contagio.

Y, los pacientes siguen llegando: el 19 de mayo, hubo 4.897.492 casos confirmados de COVID-19 a nivel mundial, con 1.528.568 en los Estados Unidos. Además, hay otro factor grave en la primera línea de COVID-19 en los Estados Unidos: los trabajadores de la salud arriesgan sus propias vidas ya que hay una grave escasez de equipos de protección personal (PPE por sus siglas en inglés) en las instalaciones médicas de todo el país. Esta escasez se convirtió en el punto de entrada de ayuda por parte de Tzu Chi-EE.UU. durante esta crisis global.

Tzu Chi EE.UU. responde con ayuda directa

Los voluntarios de las nueve sucursales de Tzu Chi EE.UU. se han movilizado en respuesta a la alarmante falta de EPP y otros suministros médicos para trabajadores de salud y personal de primera respuesta en sus regiones. Están comprando tales bienes vitales para donar a una variedad de entidades; asegurándose también de distribuir los suministros de la manera más segura posible.

Usando cubrebocas y manteniendo una distancia social segura, los equipos de voluntarios de Tzu Chi empezaron a entregar personalmente el PPE esencial y otros suministros. Sus destinos específicos fueron hospitales y centros de salud, departamentos de policía y bomberos, oficinas del gobierno de la ciudad y del condado, centros de servicios para personas sin hogar y refugios, hogares de cuidado para ancianos e iglesias comunitarias.

Gracias a los esfuerzos de 3.956 turnos de voluntarios, para el 19 de mayo, las donaciones de Tzu Chi EE.UU. habían llegado a 984 instituciones en todo el país.

Crédito de la foto / Especialista en comunicación masivo de la Marina de los EE.UU. 2da clase Sara Eshleman
Los voluntarios de Tzu Chi Central donan máscaras quirúrgicas y botellas de desinfectante a la ciudad de Dickinson, Texas. Foto / Roger Lin

No somos los primeros en responder, pero somos los segundos, tratando de salvaguardar la vida [de las personas] que trabajan tan duro y arriesgan sus propias vidas: los médicos, las enfermeras y los profesionales de la salud.

Los trabajadores de la salud ahora son ampliamente considerados como “héroes de primera línea” en la lucha contra COVID-19. Para protegerlos en su servicio al público, desde el 19 de mayo, Tzu Chi EE.UU. ha donado 1.247.798 máscaras quirúrgicas, 64.212 pares de guantes, 72.361 máscaras N95, 19.132 gafas protectoras, 14.134 protectores faciales, 6.507 prenda de protección antivirales y 694 batas de aislamiento. También se proporcionaron suministros de desinfección, incluyendo 7.665 botellas de espray desinfectante, así como botellas de desinfectante para manos, alcohol isopropílico y toallas desinfectantes.

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